El artículo de Varoufakis parece un chiste de humor negro, pero tiene
toda la razón: en Europa no hay ni asomo de democracia. Ello es así
porque quien manda no son los políticos ni los parlamentos, ni sirven de
nada las elecciones, sino los bancos. Nos gobierna una bancocracia,
que no ha elegido nadie y sólo representa sus propios intereses. En
este sentido, los ciudadanos, la gente, no pintamos nada, y estamos
abandonados a nuestra suerte. Todos somos náufragos en esta Europa
secuestrada por el Capital, y no será fácil recuperar la soberanía y por
lo tanto volver a existir como personas, es decir, con dignidad.
—Eso sí —interrumpió otra vez Aquilino—, antes nos van a
desplumar, porque el único interés del Capital es éste. Tal como me dijo
un taxista de Nueva York: "El capitalista tiene millones de dólares, y
yo tengo 1.000 dólares. Pues bien, todo su afán y su lucha es quitarme a
mí los 1.000 dólares." Y no parará hasta que lo consiga, tan cierto
como el sol que nos alumbra.
(3 septiembre 2015)
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(Adenda.—Diálogo entre Satanás y un banquero.)
—Mira —dijo Satanás a un banquero—, te doy 1.000 dólares, pero si los coges mañana se acaba el mundo.
El banquero ni se lo piensa, coge los 1.000 dólares y se
va tan feliz. Y es que el banquero no tiene nada que pensar, porque para
él no existe el tiempo: no hay pasado ni futuro, sólo un
presente continuo. Por lo tanto, para él, eso de "mañana" carece de
sentido. Si san Agustín viviera hoy día, nos explicaría que los
banqueros viven exactamente en el Infierno, pues allí tampoco existe el
tiempo, sólo este instante (los teólogos me corregirán si me
equivoco, y yo agradecido). ¿Son "malvados" los banqueros? No
necesariamente, en absoluto (aunque, eso sí, desprenden un fuerte tufo
demoníaco). Ni siquiera son especialmente "amorales", esa categoría
antropológica a mitad de camino de regreso entre lo humano y el animal,
la cual nos está invadiendo de manera abrumadora desde los años 80,
anegándolo todo: es esta aterradora e imparable regresión antropológica
que padecemos y que nos llevará otra vez a las cavernas y a subirnos a
los árboles. No, ni "malvados" ni especialmente amorales: un banquero
simplemente se comporta de manera racional, según la racionalidad de su
particular mundo, la cual consiste en coger los 1.000 dólares, y eso es
todo. Ahora bien —y ése es el corolario del cuento—, no hay que ser un
lince para darse cuenta de que si el mundo es gobernado por el Capital
financiero, el mundo, y nosotros con él, tenemos los días contados,
puesto que la "racionalidad" financiera sólo nos puede llevar a la
destrucción total y absoluta. Y eso también es tan cierto como el sol
que nos alumbra.
(4 septiembre 2015)
Lecturas recomendadas
- Yanis Varoufakis, Democratizar la Eurozona (1-9-2015)