14 de junio de 2017

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—Ábalos es la arrogancia del bruto semi ilustrado, voz cazallosa y trajeado de azul PP de arriba abajo, o mejor azul "bloque constitucional". Jeta sin rasurar como Almunia, de socialista progre y consejo de administración. Si este es el "nuevo" PSOE, estamos listos. Por parafrasear a Antonio Machado como Ábalos, este PSOE no es "nuevo" ni viejo: es una fruta vana de un partido que ya pasó. Me temo que no va a ser nada fácil la relación con este "nuevo" PSOE, que ya nace viejo, y cuyo único proyecto es el milagro, doblemente fracasado, de alcanzar otra mayoría parlamentaria, como si nada hubiera ocurrido en el mundo.

El PSOE, como tantos partidos políticos, pertenece a otro tiempo: su objetivo es la conquista del poder, como en el siglo XIX, y el poder los ha comprado, y bien barato. De ahí el pavoroso hundimiento actual de los partidos en todas partes (*). En las antípodas, Unidos Podemos y confluencias es la expresión de un movimiento ciudadano plural que pretende recuperar para todos nuestra dignidad y nuestro futuro arrebatados y vivir en paz. Son épocas y tiempos distintos: el pasado muerto y ya desaparecido y el presente que es el futuro por venir. El partido de nuestros abuelitos, hoy pieza de museo, y el movimiento, "mareas" y "comunes" de nuestros jóvenes, que son el futuro.

Si se entendiera lo que ha ocurrido en Estados Unidos, en Reino Unido y más aún recientemente en Francia, quizá entenderíamos un hecho que ya va quedando bastante claro: el siglo XXI enterrará al siglo XIX, prorrogado en el XX, los dos siglos más violentos de la historia de la humanidad, hasta el punto que ha hecho dudar a alguno si el ser humano no será una hipótesis. 

Coda. El PSOE deberá bajarse de su centenario (es un decir) pedestal si quiere que alguien lo tome mínimamente en serio. Y otra observación: afortunadamente, los jóvenes no se dejan engañar. Al contrario, buscan la honestidad y huyen como de la peste de la doblez, el cinismo, la falsedad, el engaño y la mentira, todas ellas las grandes virtudes de los viejos partidos, que por algo están desapareciendo. Un ejemplo de ahora mismo: afirmar que "Somos la izquierda" y abstenerse en la moción de censura contra el gobierno del PP. Nadie en España menor de 35 años se traga eso. Ni siquiera se lo van a tragar las bases del PSOE, y si no al tiempo.

(*) Excepto en España, porque aquí, como en cualquier país tercermundista de democracia débil, los partidos políticos han funcionado como agencias de colocación o de favores varios: "Tú me votas y yo le busco un apaño en el ayuntamiento al inútil de tu hijo", etc. Ello sólo es posible en un océano de corrupción, como la que ha habido en España, y no sólo en las últimas décadas. Es ilustrativa en este sentido la serie de artículos de Andrés Mourenza sobre Turquía y especialmente el titulado "Si necesitas algo, está el Partido". 


(14 junio 2017, minutos antes de la votación de la moción de censura, ganada y más que ganada)

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