29 de octubre de 2017

(Catalanes montados en un Clavileño.)

Hace unas semanas escribí que si en Cataluña se proclamaba la independencia, íbamos a tener un problema monumental. Pues bien, ya tenemos el problema monumental: desde el pasado día 27 de octubre en que el Parlament proclamó la República catalana, una gran parte de la población catalana vive, o cree vivir, en una República independiente. Desde este día 27, todas las disposiciones publicadas en el BOE por el Estado español, no afectan para nada a estos catalanes, lo mismo que no les afectan las disposiciones de cualquier otro Estado extranjero. La tarea de esos catalanes ex independentistas y ahora ciudadanos de la nueva República catalana, es desarrollar esa República, dotarla de contenido por medio de un proceso constituyente, trabajar para que sea reconocida por otros Estados, etc. Se trata de un número muy importante de catalanes, que quizá se corresponda poco más o menos con los antes independentistas, es decir, en torno a un 48 % de la población. En resumen, el problema monumental es este: en Cataluña, casi la mitad de la población ha devenido ilusa, vive en una realidad ficticia, ilusoria, y lo que es peor, está autoexcluida para participar en la vida política real. Como don Quijote montado en el Clavileño, que creía volar por los espacios siderales cuando en realidad no se movía del sitio, casi la mitad de los catalanes viven montados en el Clavileño ilusorio de la República (*).


¿Quién es capaz de convencer a don Quijote de que la caballería andante no existe? Nadie. Es imposible. Si alguien lo intentase, el propio don Quijote se encargaría de demostrarle cuán equivocado está. Sea por las buenas, con razones, o por las malas, con los hechos. Es más: le demostraría que el chiflado no es él, sino que lo somos todos los demás por no reconocer lo evidente: que él es un caballero andante, y basta con tener ojos en la cara para darse cuenta. Nadie va a convencer a los catalanes de que la República no existe cuando fue proclamada por el Parlament el día 27. Por lo tanto Cataluña queda escindida en dos: una mitad trabajando para construir la nueva República en las nubes, y otra mitad (o parte de ella, los autocalificados "constitucionalistas") trabajando no se sabe muy bien para qué, lo más probable es que para cargarse lo que queda aún de Autonomía. Ese es el problema.

Si nos vamos a la otra parte, es decir, al Estado español, está abarrotado de Quijotes. Hasta los topes. Unos creen en la nación soberana, otros en la España Una... Obsérvese la doble chifladura de la "nación soberana", porque ni existe la nación española (ya tengo ganas de escribir un post al respecto), ni es España soberana. Si alguien le cuenta a san Mario Draghi que España es un Estado soberano, se desternilla de risa. Quizá no lo haga por educación, pero no por falta de ganas. En cuanto a la "España Una", basta con el País Vasco y Cataluña para demostrar de manera fehaciente que España no es Una sino Tres. Como mínimo. Pero los ilusos de la España Una llevan casi un siglo montados en su Clavileño dando la lata. Por cierto, si algún día hubiese un proceso constituyente, lo primero que deberíamos hacer es cambiar el nombre de España por el de las Españas, en plural, porque eso es lo que es las Españas. "Soberanía nacional", "nación española", "España Una"...: en España hay Clavileños donde elegir. Ilusos en Cataluña, e ilusos hasta los topes en España. Y ahora, en esos días de Rajoy Brey el Sensato, los ilusos de moda son los  extemporáneos de la "nación española". ¡Vivimos en el siglo XIX! Decía alguien que quien no vive las cosas a su tiempo las tiene que vivir a destiempo. Y así se da la patética paradoja, como hemos visto esos días en las demostraciones patrióticas de Barcelona, de arremeter contra los nacionalismos frente a un mar de banderas. Lo grave (y lo peligroso hasta cierto punto) es que los ilusos españoles tienen el Estado a su favor. Pero eso es otro post.

Regresemos a Cataluña. ¿Qué hacer? ¿Qué hacer en un país con cerca de la mitad de su población volando por las nubes montada en el Clavileño de la República? He aquí lo que propongo: cuando después de las elecciones de 21 de diciembre se constituya el nuevo Parlament, lo primero que debería hacerse es anular la proclamación de la República catalana. Retroceder la DUI. Es la manera más rápida y efectiva de descender a tierra, es decir, a una Autonomía catalana reducida a escombros después de haber sido arrasada por un art. 155 fulminante que este sí, no tiene nada de ilusorio ni puede retrocederse. Y quizá nos toque cuatro años de aguantar y padecer la pesadilla de un iluso o una ilusa diciendo tonterías sobre la nación española desde el Govern de la Generalitat. Pero por lo menos estaremos en condiciones de afrontar de nuevo nuestro futuro.


 

(Goya - Los Caprichos.)
87. 

"¡Pedro, mantente firme, líbranos de Rajoy
y del PP, líbranos, por Dios, líbranos de ellos!"


Coda. Quiero expresar una vez más todo mi modesto apoyo y solidaridad con Ada Colau, que recibe ataques desde todas partes. Parece que molesta a muchos. Ánimo. El sarampión fascista pasará pronto, y si hay violencia acabará de golpe, porque ya nadie en ninguna parte soporta la violencia, ni en España ni fuera de ella. El Régimen tiene los días contados, porque lo único que tiene que ofrecer es lo que se vio el 1 de octubre en Cataluña o unos días después en Valencia. Y ningún Estado, si no es Turquía, puede sostenerse a base de policías, represión y ultraderechistas sembrando el terror en las calles de las ciudades como ha ocurrido hoy otra vez en Barcelona.

(*) Digo esto con todo el respeto por las personas que fueron a votar el 1 de octubre en Cataluña. Quizá yo también hubiera ido a votar si estuviera empadronado en Barcelona, primero como protesta contra el PP y segundo para dejar en evidencia a un gobierno inepto y autoritario. Pero soy partidario de un referéndum acordado, realizado con todas las garantías, y por lo tanto que sea reconocido por los organismos internacionales y por ende por los demás Estados.

Y por supuesto coincido con Ada Colau: ni DUI ni 155. Aunque al final hemos tenido una DUI light y un 155 light, muy convenientes para ambos Govern/gobierno, pero con un efecto igualmente hard: la división de la sociedad catalana. Lo cual desde luego beneficia a ambas derechas catalana y española. Total, gana la derecha, la izquierda sigue sin tocar balón. Cuanto antes se baje el independentismo de su Clavileño, mucho mejor.

Lecturas recomendadas
- Francisco Jurado, Política No-De-Ley (29-10-2017) 
- Editorial / La Vanguardia, Reparar el error: reconstruir (30-10-2017) 
- Javier Pérez Royo, Joan Subirats y Esperanza Gómez, Sobre Cataluña, el independentismo y la Constitución (29-10-2017) vídeo
- Javier Pérez Royo, Declaración de independencia y "coacción federal": la confluencia de dos espejismos (30-10-2017) 
- Ramón Cotarelo, La nación como propaganda (30-10-2017)

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